
Elena de Yarza
Estudié Filología Inglesa en la UCM y más tarde me diplomé como Técnico Superior en diseño gráfico en la escuela de Arte 10 de Madrid. Me he formado también como artista visual en los talleres de pintura de El Estudio y ampliado mi formación con el ilustrador Miguel Tanco y en la escuela Esdip. También estudié fotografía en la escuela CEV de Madrid.
Vivo y trabajo en Madrid, mi ciudad.
Y ahora, mis razones:
Suelo leer, en las biografías de muchos ilustradores, que se recuerdan a sí mismos desde niños emborronando papeles , dibujando, pintando entre témperas y lápices de colores.
Yo, curiosamente, me recuerdo leyendo mis primeros libros de cuentos, los tebeos que mi padre nos compraba, las gruesas enciclopedias llenas de reproducciones de grandes artistas. Contemplando con reverencia aquellas imágenes, sumergiéndome entregada, hechizada, en aquellos mundos variopintos. Viajando dentro de ellos hacia otros mundos propios que brotaban en mi imaginación.
Siempre he sido una admiradora de la belleza, en todas las formas en que se quiere mostrar; una espectadora del ingenio de los artistas (no sólo gráficos) y no puedo expresar con palabras el placer que esa contemplación me proporcionaba (y me proporciona hoy día).
Sólo sé que dentro de mí crece un sentimiento de felicidad inabarcable gracias a esos artistas que decidieron dedicar sus vidas, su tiempo, su entusiasmo y su genio a hacer un mundo mejor con la expresión propia y única de su visión del mundo.
No sé muy bien qué día decidí , en mi fuero interno, que quería formar parte activa de todo eso.
Crear y ofrecer belleza. Esa que yo solo puedo entregar a los demás porque procede de una fuente personal.
Todavía era niña, eso sí lo recuerdo. Esa niña se quedó a vivir dentro de mí y lleva mi mano cuando dibujo y pinto. Se ríe, salta, revolotea, se enfurruña, se agota.
Pero sigue ahí empeñada, empecinada yo diría, en contar con tintas y pinceles, su particular visión del mundo.
Y tengo que dar las gracias a todos esos creadores por haber dejado impresas en mi memoria imágenes que me sirven para entender el mundo. Son mis referentes y el ancla con que me mantengo en la orilla cuando ciertas tormentas que me anegan el alma se empeñan en arrastrarme mar adentro.
Gracias a E.H. Shepard creador de Winnie the Pooh y a Gustave Doré con cuyas ilustraciones leí mis primeros cuentos de Perrault. Gracias a Ibáñez y a todos sus personajes de tebeo y a Antonio Hernández Palacios y todos sus colegas dibujantes de la revista Trinca. Por supuesto a Van der Weyden y a Rembrandt, Ribera, El Bosco, Velázquez y Goya. Y a todos los impresionistas y los prerrafaelitas y a Tamara de Lempicka , Georgia O´Keefe y Escher y también a la ilustradora de mis libros de inglés de primaria Dorothy Heather. Al pintor José Hernández que me enseñó la belleza de un mundo onírico inquietante. A Egon Schiele y Lucien Freud maestros de la desnudez del ser humano. Y entre los ilustradores contemporáneos, que no son distintos ni menores que los demás artistas, gracias a Edmund Dulac, Arthur Rackham, Beatrix Potter, John Bauer, Peter de Seve, Quentin Greban, J.B. Monge, Gianluca Garofalo, Shaun Tan, Don Kenn, Moebius, Sergio Toppi, Sam Toft, Brian Froud, Enki Bilal, Quentin Blake, Kate Baylay, Okada_Chiaki y a Kim Minji. De entre los españoles, gracias, gracias a Jesús Gabán, Fernando Noriega, Beatriz Martín Vidal, Miguelanxo Prado, Ana Juan, Elena Odriozola, Max Hierro, Pablo Amargo, José Ramón Sánchez, Ulises Wensell, Carme Solé Vendrell y tantos que me han hecho disfrutar con sus obras.
Espero haber aprendido algo
Pinto y dibujo más que para vivir, por vivir.